El ambiente que se respira entre los hosteleros y chiringuiteros es de incertidumbre, sin saber cuándo y en qué condiciones podrán retomar la actividad. De esto y de que los gobernantes estén a la altura va a depender el número de profesionales que se queden por el camino.
Por el momento, la falta de orientación por parte de las autoridades lleva aparejada la aparición de remedios y medidas que algunos empresarios van tomando o pensando, amén de propuestas de proveedores de soluciones. Mamparas de metacrilato en la playa, máscaras para camareros, máquinas de ozono para desinfectar, separación de una serie de metros entre mesas e incluso certificaciones de desinfección, son algunas de ellas.
Para los chiringuitos de playa, resulta difícil adelantar cualquier tipo de medida cuando cada día se dibuja un escenario y el contrario. “¿Alguien se puede imaginar dentro de un habitáculo de metacrilato a 45 grados?”, preguntan. Los hosteleros tienen reciente en la memoria ese vaivén de medidas cuando tuvieron que poner las mamparas por la Ley antitabaco, que luego tuvieron que tirar a la basura junto con el dinero invertido.
De momento, parece que la distancia social entre mesas es lo más sensato, sabiendo que eso significa una importante reducción de aforo y la consiguiente pérdida de facturación.
Son más que años de experiencia. Son generaciones de experiencia en este sector. Los propietarios de restaurantes de playa y chiringuitos saben que transmitir confianza y seguridad es fundamental. “Hay que tener en cuenta cuál es la disposición del público para acudir a un restaurante en este ambiente de miedo y desconfianza”, lamentan.
Las medidas extraordinarias en materia económica tampoco están siendo la panacea. La mayoría de los ERTEs siguen sin estar contestados y le echan paciencia esperando que llegue en los próximos días.
En cualquier caso, mientras hay iniciativas que van tomando los diferentes ayuntamientos en materia fiscal, el canon por la ocupación de playas, del que es directamente competente el Gobierno Central (Costas), pende sobre los chirinquiteros como la espada de Damocles.
Han pedido que se les exonere del pago del canon, así como que el año 2.020 no compute para el periodo de concesión si no pueden trabajar este verano. Todas estas peticiones, junto a otras de tipo tributario, aún no tienen respuesta.